No le gusta enseñar los brazos,
como otras partes de su cuerpo,
pues aun le quedan marcas,
esas que eran lo único que le hacian sentir que aun estaba viva.
El dolor,
el hecho de ver correr su propia sangre era algo que en
en ocasiones le hacia recapacitar por un instante,
en ese momento no se sentía tan muerta en ese su mundo,
aquel lleno de vivos.
Entonces aun deseaba más no existir.