Todo comenzó unos días atrás, se estaba generando una especie de ansiedad un hormigueo en la boca del estómago. Amanece en la Alpujarra, sabía que este sábado no iba a ser un día más.
Comienzo hacer unos movimientos mecánicos, ducha, vestirme…cojo el coche y lo pongo en dirección al centro de España, tenía una cita muy especial en tierras del vino y los gigantes del Quijote.
Dos horas y media de pesado asfalto entro en Valdepeñas cargado de una dirección un número de teléfono y una enorme emoción, la ansiedad ahora era galopante, no sabía que dirección debía tomar, así que opté por lo más fácil y lógico, preguntar, pare el coche y entré en una zapatería y pregunté por la dirección que llevaba, dentro se encontraban dos personas un dependiente y un cliente, las dos personas de mostraron altamente amables y me explicaron con todo detalle por donde debía ir, vete hasta la rotonda gira en dirección contraria, toma la primera a la derecha, tres semáforos más para arriba, gira a la derecha y por allí debe estar, enormemente agradecido por la amabilidad mostrada por las dos personas salí presto de la zapatería a seguir el recorrido que me habían marcado. Al pasar el tercer semáforo giro a la derecha (mira que me jode este giro), y allí veo la placa en la fachada del edificio indicando el nombre de la calle que estaba buscando (ahora, detrás de una cuerda un burro va), lo más fácil encontrar el número de la casa.
Con una extraña sensación toco el timbre de la puerta, espero, tengo la impresión de haber llegado muy pronto.
Se abre la puerta tímidamente apareciendo un lindo rostro entre la puerta y el marco, tuve la impresión de haberlo visto en numerosas ocasiones, me dije, esa sonrisa, tan bella como en las fotos, era Mili la que abrió la puerta, un par de besos después, estábamos sentados alrededor de la mesa de la cocina, nos observábamos tímidamente, pues eso, la primera vez que nos veíamos, seguíamos hablando y hablando y el hielo se iba derritiendo poco a poco. Aparece Katy (super_mami), jejeje, menos mal, pues tras las presentaciones de rigor, jejejeje, nos puso café, cosa ésta que nos ayudó a relajarnos, las cosas no son iguales con una taza de café, gran mujer Katy, me trató como si me conociese desde siempre, esto hizo que me sintiera más cómodo, luego conocí al resto de su familia, su hija, su marido, su padre…personas tan agradables como ella. Gracias a todos ellos.
A eso de las 13 horas Mili se arregló, apareciendo más bella si cabe y nos fuimos a dar un paseo por Valdepeñas hablando y hablando, nos reíamos por cualquier cosa, estábamos a gusto, llegamos a la plaza de la Iglesia, preciosa plaza, con soportales y llenos de bonitos bares con sus terrazas, nos sentamos en una al azar, daba igual en cual, estábamos bien los dos, nos pedimos unos refrescos.
Íbamos profundizando en las conversaciones, hablábamos de nuestras inquietudes, preocupaciones, sentimientos, luchas personales, idas y venidas…dándome cuenta que Mili es auténtica, que no varía nada de cómo la conocí a través de sus escritos, rebosa honestidad palmaria en sus palabras y hechos y joder…noble como una niña cuando le sale el ramalazo juvenil, es un torbellino del querer vivir, lo mismo estás hablando de cosas serias y de pronto la apetece jugar, hacer un caballito, te da un achuchón, es espontánea, natural sin dobleces.
Suena la campana de la Iglesia con tres sonido, las tres de la tarde, se me había ido la hora de partida, nos fuimos sin demasiada prisa hacia casa de Katy para despedirme de ella.
Tras una larga despedida, como queriendo que no ocurriese, puse el coche rumbo al sur pues debía estar a media tarde en casa.
Al lado de Mili el tiempo vuela, las horas son segundos. Eran las diez y media de la mañana cuando llegué y las tres y media cuando marché. Abrí los ojos, no se si habían pasado cinco horas o sesenta segundos. ¿Fue un sueño o una realidad?.
José Luís, domingo, 4 de noviembre del 2007 a las 13:06
