Leer, leyéndote; cuando tu boca me llena la piel de eróticas palabras.
Palabras que cristalizan en besos conjugados, cual verbos por el cuerpo.
Cuerpo que hirsuto espera el sonido del épico lance de tu lanza,
clavándose en el epicentro de mi llama.
Llama que sofocará la esencia de tu epicúrea lágrima.
Lágrima que humedeciendo el sexo, leerá, leyendo, la lectura del deseo.